Smart Human City. Accesibilidad con alma
Los navegantes del s.XV nos enseñaron que no siempre el mejor camino para hacer algo es el que habitualmente estamos tomando, que solo superando nuestros miedos se abren nuevas rutas para conocer otras realidades.
La necesidad de cambio, más allá de un mensaje político, se debe convertir en una realidad, algo que ya muchos expertos plantean con respecto a nuestras ciudades y a su diseño; es necesario un modelo de ciudad que propicie las interacciones entre las personas y los entornos en los que se desarrollan, este nuevo paradigma debe huir del individualismo que genera aislamiento y soledad.
Estamos en un momento en que nos hemos dado cuenta de lo importante que son palabras como amabilidad o contacto social. La adecuación del entorno a distintas necesidades resulta crucial, así como tener en cuenta que la ciudad debe ser una ciudad inclusiva, una ciudad en la que sean tenidos en cuenta todos aquellos grupos que tan a menudo son olvidados (personas con discapacidad, personas mayores, menores, etc.). Es necesario pensar en una ciudad para las personas y que pueda así ser habitada y disfrutada en igualdad.
La pregunta es ¿cómo conseguir eso? ¿basta con la tecnología?, la respuesta es sencilla es necesario hablar con las personas, bajo parámetros de participación de la comunidad, innovación social, inclusión, emprendimiento, y sobre todo en la búsqueda constante de creación de valor en espacios emergentes dentro de los servicios clásicos de la ciudad (cultura, ocio, etc.), fomentando espacios inclusivos para que todas las generaciones puedan disfrutar. La tecnología sin duda, será una gran aliada para poder conseguir nuestros fines, pero nunca debe ser el elemento fundamental. Las personas deben ser el centro de nuestra atención, las primeras y atendiendo a su diversidad.
Hacer las ciudades más habitablespara los colectivos más sensibles, es uno de los grandes retos, para lograrlo hay que hacer hincapié en distintos aspectos: recuperar el juego en la calle, integrar espacios intergeneracionales, velar por la seguridad (control del tráfico), fomentar la integración de espacios naturales (jardines terapeúticos), ocio y diversión fuera del turismo de masas, etc.; desarrollando así un replanteamiento de la vida en la ciudad bajo el diseño universal, donde la felicidad es la pieza clave en la creación de oportunidades de innovación.
No es otra cosa que, la accesibilidad y la felicidad como mecanismos de mejora de la calidad de vida.
Espero a que como hace 500 años hagáis como los navegantes,que os embarquéis en esta idea, y que levemos las anclas e icemos las velas en una singladura compartida para encontrar nuevos mundos en el diseño de las ciudades y sus servicios, favoreciendo el encuentro social, la sinergia y la generación de la nueva tecno-ciudadanía.
Os esperamos.
Yolanda María de la Fuente Robles
Catedrática Trabajo Social y Servicios Sociales, Universidad de Jaén